miércoles, 2 de julio de 2014

TRÁIGANME UN JUANE PARA CELEBRAR

 
 
elves a observar y lamentablemente todo sigue igual: sin la resaca de haber bebido tanto masato; sin que el viento esparza las cenizas del “shunto” por ahí; sin que tus paisanos la noche del 23 se hayan dirigido al río más cercano para darse “el baño bendito” y puedan gozar de felicidad y salud por un año entero, puesto que, de acuerdo a la creencia popular, San Juan ha purificado esas aguas. Mejor dicho, sin ese ritmo sin igual, místico y religioso de la Fiesta de San Fuan, perdón, San Juan.

Te entristeces. No hay ni el diminuto sonido de un tambor o una flauta, pero sí de esa voz que te nace del corazón y te dice: “gallina, sacha culantro, arroz, aceitunas y huevos crearán al personaje estrella de la esperada fiesta. Ese personaje que es cubierto por la hoja del bijao y representa la cabeza del patrón amazónico: San Juan Bautista”. Sonríes. Te desesperas. Sabes que aquel personaje te acercará a tu familia, a tus raíces, a tu suelo, aunque estés a miles de kilómetros de allí. Tus ojos se humedecen, inflas el pecho, te llenas de orgullo y a todo pulmón exclamas: “¡tráiganme un juane para celebrar!”.
Entusiasmado esperas a que te respondan. Hay un silencio sepulcral. Vuelves a observar a tu alrededor y te das con la sorpresa de que no hay nadie cerca de ti, ni siquiera las moscas. Te coges la cabeza sin saber qué hacer e inmediatamente
—para variar— ingresas a un dilema al recordar que aquí no existe
ni la sombra de la hoja de bijao. “Sin hoja de bijao, no hay
juane, y sin juane, no hay Fiesta de San Juan”, te
comentas, agachas la cabeza y prácticamente,
para ti, todo está perdido.

Entumido en tu frustración sales a la
calle a caminar y patear el aire, una
y otra vez. Acongojado, triste, sin
saber adónde ir, llegas al mercado,
vas por sus transitadas arterias
como alma en pena, hasta que de
pronto un inesperado letrero ilumina
tu vista. Piensas que tu imaginación te
está jugando una mala pasada, pero no,
“esto no es un juego, esto es real”. Sí, tan
real como lo que dice ahí. ¿Te lo leo? “Hoy 24,
hay juane desde las 10 de la mañana”, repito: “hoy 24,
hay juane desde las 10 de la mañana”. ¡Despierta!, son
más de las 10 de la mañana. ¿Qué esperas para ingresar al
restaurante?
“¿Hay juane?”, preguntas, dejando en claro que sigues zambullido en tu asombro. “Sí, ñañito”, responde una voz que, además de los rasgos físicos de la mujer, automáticamente te conecta a tu gente. Sonríes, sonríes y no dejas de sonreír. Inflas el pecho. Te llenas de orgullo, amor y recuerdos familiares, y a todo pulmón exclamas: “¡tráiganme un juane para celebrar!”.

Y esta vez sí diste en el clavo porque ahí viene el potaje indígena y mestizo de pobres y ricos. Llega cubierto por la hoja del bijao que le da ese toque especial y típico con sabor a selva, acompañado por el infaltable plátano, la salsa de ají charapita con cocona y, para que no te quejes, tú refresco de cocona. Buen provecho, aunque no lo hagas a orillas de un río como refiere la costumbre.

Atentamente: La identidad cultural que vive en tu corazón.
 
  ¿SABÍAS QUÉ?
 
El "shunto" es una fogata preparada con grama seca, paja o leñas que es utilizada para saltar y jugar en la noche del 23.
El juane es un potaje indígena (por el uso de la hoja de bijao) y mestizo (por las aceitunas, huevos, etc).

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  ¿SABES DÓNDE PUEDES ENCONTRAR COMIDA SELVÁTICA EN CAÑETE?
 
Restaurante "Treysi"
(Al costado de la Loza "Beto Di Laura")
Restaurante "D'Gustar"
Urb. Tercer Mundo Mz. D1 Lt. 13
(Frente al Colegio Sepúlveda Común)