lunes, 15 de diciembre de 2014

LA MAZAMORRA DE UVA

 
 

A través de un breve recorrido por los distritos de San Vicente, San Luis y Lunahuaná, "Expresión, vive y comparte Perú", se internó en los corazones –con sabor a miel– de las más fieles culturas de la repostería de antaño del valle de Cañete, en la región Lima, para conocer, disfrutar y saborear el espíritu de sus saberes.

 
    #Fotoreportaje

MAZAMORRA DE UVA

Texto y fotos:
Luis Pérez Manrique

  /luisperezmanrique @luispmanrique92
 

En Lunahuaná, donde el río le canta a la tierra, al sol y al hombre, se encuentra Uchupampa. En este edén, Olinda Yactayo nos ha enseñado la preparación de la “Mazamorra de Uva”. Un dulce que sigue vivo al paso del tiempo.

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Click aquí para leer la crónica completa sobre la "Mazamorra de Uva" publicada el miércoles 29 de enero de 2014 en "Expresión, vive y comparte Perú".

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Justo Sánchez, esposo de doña Olinda Yactayo, aplasta los racimos de las uvas verdes –de la variedad quebranta– para extraerle el zumo que le pondrá un sabor agrio y especial a la mazamorra.

 
 

Olinda enciende la leña y cocina la espléndida mixtura de sabores (agua, harina, zumo de las uvas, esencia de vainilla, clavo de olor y canela). Añade azúcar. Remueve y remueve por un tiempo aproximado de 20 a 30 minutos (para que no se formen grumos).

 

 

Una vez que la mezcla ha alcanzado el punto indicado, Olinda retira la olla del fuego y sirve la mazamorra sobre unos pequeños recipientes. Incluso la mazamorra al enfriarse tomará forma y se servirá, según la tradición, sobre la hoja de la uva.

 

 

Olinda avisa que la mazamorra si se puede degustar caliente, pero fría, su sabor y textura son mucho más agradables.

 

 

La pequeña Cinthya, como todos los sábados, no deja de saborear la mazamorra que ha preparado su madre.

 
 

Jorge Luis camina Lunahuaná de sur a norte, de este a oeste, para ayudar a su madre vender el manjar que une a la familia.

 

Fotografías: Luis Pérez Manrique ©

 

  Detalle: Para aprender y degustar la emblemática “Mazamorra de Uva” y otros saberes culinarios de Olinda Yactayo, usted puede ubicarla en su hogar ubicado en la misma carretera hacia Yauyos en el Anexo de Uchupampa (Lunahuaná, Cañete). O llamando al 982356831 para contactarla.
 

Click aquí para leer la crónica completa sobre la "Mazamorra de Uva" publicada el miércoles 29 de enero de 2014 en "Expresión, vive y comparte Perú".

martes, 25 de noviembre de 2014

LA MAGIA DEL CAMOTILLO

 
 

A través de un breve recorrido por los distritos de San Vicente, San Luis y Lunahuaná, "Expresión, vive y comparte Perú", se internó en los corazones –con sabor a miel– de las más fieles culturas de la repostería de antaño del valle de Cañete, en la región Lima, para conocer, disfrutar y saborear el espíritu de sus saberes.

 
 

Texto y fotos:
Luis Pérez Manrique

  /luisperezmanrique @luispmanrique92
 
 

En el patio celeste, ubicado en la entrada de su hogar en San Vicente, y bajo un silencio sepulcral, típico del domingo por la tarde, las experimentadas manos de doña Esperanza Ponce de Yataco exprimen talento y despiertan felicidad que asombrosamente se convierte en un trabajo en conjunto, en un vínculo que, definitivamente, une a la familia y concibe recuerdos. Y es así, como toda esa magia se concentra en ese dulce unido por dos hojarascas y que lleva en su interior la textura del sacar camote con el pie: el camotillo.

Allí, ajena a su avanzada edad que no es impedimento para compartir el saber que aprendió en 1984 en el Centro de Formación Profesional para la Mujer - Condoray, sobre una mesa roja la maestra mezcla un kilo de harina (sin preparar) con un cuarto de mantequilla. Con sus manos, frota y frota los ingredientes por aproximadamente cinco minutos. Agrega media taza de concentrado de anís. Vuelve a mezclar, una y otra vez. El vaivén recorre toda la mesa hasta que, poco a poco, se convierte en una masa.

La masa, que es empolvada con un poco de harina, toma
forma de una tira de más de 40 centímetros que son
divididos en 50 trozos. Coge un rodillo y trozo por trozo
es aplastado de una manera muy peculiar de sur a
norte, de oeste a este, logrando que la contextura sea
circular.“Una vez que las hojarascas estén listas, hay
que hincarlas con un tenedor para que al momento de
freírlas no absorban aceite”, confiesa doña Esperanza,
mientras coloca hojarasca por hojarasca en una fuente
para que oree.

Una vez situada en su cocina, doña Esperanza,
acompañada de sus hijas, sabe que aún le falta
preparar la parte más importante y sublime
del camotillo: el dulce de camote.

Para ello, sancocha medio kilo de camote
amarillo (con cáscara). Después de logar
la cocción, inicia a pelar los camotes para
transformarlos en puré. Mientras eso
sucede, en otra olla el concentrado
compuesto por agua, canela, clavo de
olor y una cáscara de naranja (también
puede ser una hoja de higo) empieza
a hervir. Cuela el concentrado. Agrega
al líquido medio kilo de azúcar.
Vuelve a colocar la olla al fuego.
Segundos más tarde, una miel
aparece. Añade el puré e indica que
“hay que remover y remover para
que no salpique”, al tiempo que
disminuye el fuego. Adiciona medio
tarro de leche y esencia de vainilla.
Continúa removiendo. El dulce ya
está.

 
 

En un perol, el aceite está en su punto. Cinco hojarascas –como máximo– ingresan por turno. Se fríen 50. La honorable mujer pega dos hojarascas con el dulce de camote. El camotillo se hace presente. Impone señorío y seducción, pero “es preferible degustarlo frío”, señala doña Esperanza, quien, minutos más tarde, comparte su saber hecho manjar, como ha sido desde siempre, con su esposo, hijos, nietos y quienes deseen sentir la magia del camotillo en señal de que el aclamado dulce afroperuano de antaño sigue ahí, vivo, sin o perder su esencia.

 
 
    #Fotoreportaje
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  Detalle: Si desea conocer y degustar los manjares de doña Esperanza Ponce de Yataco, la puede ubicar en el Jr. Las Azucenas Mz. I Lote 8, Urb. Santa Rosa (San Vicente de Cañete, Lima).
 

Crónica publicada el miércoles 26 de noviembre de 2014 en el Diario Oficial y Judicial de la Provincia de Cañete "Al Día con Matices"

jueves, 2 de octubre de 2014

#FOTOREPORTAJE: JAQARU VIVO

Jaqaru vivo
Música sobre ruedas, a full volumen, como me gusta. La minivan, a golpe de bombos y platillos, corre, avanza lenta y vuelve a correr por el zigzagueante camino. Si pues, atrás quedaron las canciones de los realitys juveniles, atrás quedó “Candy”. En este proceso, y sin exceso, se viaja, gracias al disjockey, perdón, al conductor, a ritmo de la emblemática Orquesta “La Bosh”. Oír su música, entre clarinetes y redoblantes, me transportan a Yauyos, exactamente a su Carnaval donde hace unos años zapateé hasta más no poder.

Y es que estoy de vuelta por sus tierras. Aunque esta vez, no iré al mismo Yauyos. Mucho menos al concurrido Huancaya o más allá. Mi paradero será Catahuasi (km 80), el punto de partida que me conectará con el
pueblo milenario con idioma propio que tanto comentan: Tupe.


 
Allí, entre el vaivén de las hebras multicolores, las manos de una anciana hablan y dan vida a diferentes iconos de andenería y figuras geométricas que yacen sobre aquella cinta que es colocada como faja, usada por mujeres y niñas de Tupe.
 
Las líneas siempre nos hablan, y he aquí a una de las depositaria del arte textil jaqaru.

 
Doña Marcelina continua con su trabajo que será concluido luego de dos semanas.

 
Entre hilo e hilo, doña Marcelina exprime el legado que le enseñó su abuela.

 
Faja multicolor que las mujeres utilizan pegada a la cintura. Mide aproximadamente 1.50 cm.
 
La vestimenta jaqaru de las mujeres y niñas es muy distinta a la que usan las ancianas llamada: "anako", hecho a base de lana de alpaca y que es utilizada solo en ocasiones especiales (como para carnavales).
 
Muy pegada la cintura las mujeres llevan "la huaraca", el arma secreta.
 
Otra característica de la indumentaria jaqaru es la que portan los niños para cubrir sus cabezas.
 
Cuando agosto, los lugareños de Tupe celebran por dos semanas la tradicional "Herranza", donde marcan y decoran con cintas multicolor a sus animales.
 
Así como Tupe es mágico, el cielo de su atardecer continua pintando colores vivos.

Fotografías: Luis Pérez Manrique ©


viernes, 26 de septiembre de 2014

SANTA EFIGENIA 2014

Cañete celebró fiesta en honor a Santa Efigenia
 
Pobladores de la provincia de Cañete, en la región Lima, así como devotos de ciudades como Lima, Callao, Chincha, Pisco, Ica, Nazca y Palpa llegaron al tranquilo y apacible pueblo de La Quebrada para participar del XX Aniversario de la festividad a Santa Efigenia, “Protectora del Arte Negro Nacional”.

La celebración inició desde las primeras horas de la mañana con la quema de 21 camaretazos. Posteriormente, al mediodía, los fieles de la santa negra se congregaron en las instalaciones del templo para ser partícipe de la Santa Misa en medio de cantos y alabanzas.

Luego de la celebración de la Santa Misa inició la tradicional procesión negra por las principales arterias del pueblo. Santa Efigenia estuvo acompañada por fieles y miembros de la Hermandad del Señor de los Milagros de Villar El Salvador, quienes tuvieron el honor de llevar en hombros a la venerada imagen.

Al concluir la procesión negra se sumaron los homenajes de agrupaciones de danzas y estampas afroperuanas, tales como ‘Con Sangre Negra Mambelé de Ica’, ‘Marito Ritmo y Sabor del Refugio de Mamainé’, ‘Agrupación Pinta y Canela de la familia Ballumbrosio’ y ‘Elenco de Dayron Farfán y su Jueves de Pavita”.

Declarada como “Protectora del Arte Negro Nacional” por la Municipalidad Provincial de Cañete, Santa Efigenia es una santa importada del África, que desde 1994 celebra su fiesta a ritmo de festejos y zamacuecas cada 21 de setiembre en el hospitalario pueblo cañetano de La Quebrada.

#Fotoreportaje
 
Capa y pechera que utilizó Santa Efigenia por sus "Bodas de Porcelana" donada por la familia Manrique Stop y Luis Pérez Manrique. (Fotografía: Mayra Escalante)
 
Santa Efigenia inicia su recorrido procesional por las calles de La Quebrada. (Fotografía: Rochi Bacruz)
 
Santa Efigenia es considera como "Protectora del Arte Negro Nacional" desde 1994. (Fotografía: Rochi Bacruz)
 
Fervor afroperuano hacia la santa negra. (Fotografía: Rochi Bacruz)

miércoles, 2 de julio de 2014

TRÁIGANME UN JUANE PARA CELEBRAR

 
 
elves a observar y lamentablemente todo sigue igual: sin la resaca de haber bebido tanto masato; sin que el viento esparza las cenizas del “shunto” por ahí; sin que tus paisanos la noche del 23 se hayan dirigido al río más cercano para darse “el baño bendito” y puedan gozar de felicidad y salud por un año entero, puesto que, de acuerdo a la creencia popular, San Juan ha purificado esas aguas. Mejor dicho, sin ese ritmo sin igual, místico y religioso de la Fiesta de San Fuan, perdón, San Juan.

Te entristeces. No hay ni el diminuto sonido de un tambor o una flauta, pero sí de esa voz que te nace del corazón y te dice: “gallina, sacha culantro, arroz, aceitunas y huevos crearán al personaje estrella de la esperada fiesta. Ese personaje que es cubierto por la hoja del bijao y representa la cabeza del patrón amazónico: San Juan Bautista”. Sonríes. Te desesperas. Sabes que aquel personaje te acercará a tu familia, a tus raíces, a tu suelo, aunque estés a miles de kilómetros de allí. Tus ojos se humedecen, inflas el pecho, te llenas de orgullo y a todo pulmón exclamas: “¡tráiganme un juane para celebrar!”.
Entusiasmado esperas a que te respondan. Hay un silencio sepulcral. Vuelves a observar a tu alrededor y te das con la sorpresa de que no hay nadie cerca de ti, ni siquiera las moscas. Te coges la cabeza sin saber qué hacer e inmediatamente
—para variar— ingresas a un dilema al recordar que aquí no existe
ni la sombra de la hoja de bijao. “Sin hoja de bijao, no hay
juane, y sin juane, no hay Fiesta de San Juan”, te
comentas, agachas la cabeza y prácticamente,
para ti, todo está perdido.

Entumido en tu frustración sales a la
calle a caminar y patear el aire, una
y otra vez. Acongojado, triste, sin
saber adónde ir, llegas al mercado,
vas por sus transitadas arterias
como alma en pena, hasta que de
pronto un inesperado letrero ilumina
tu vista. Piensas que tu imaginación te
está jugando una mala pasada, pero no,
“esto no es un juego, esto es real”. Sí, tan
real como lo que dice ahí. ¿Te lo leo? “Hoy 24,
hay juane desde las 10 de la mañana”, repito: “hoy 24,
hay juane desde las 10 de la mañana”. ¡Despierta!, son
más de las 10 de la mañana. ¿Qué esperas para ingresar al
restaurante?
“¿Hay juane?”, preguntas, dejando en claro que sigues zambullido en tu asombro. “Sí, ñañito”, responde una voz que, además de los rasgos físicos de la mujer, automáticamente te conecta a tu gente. Sonríes, sonríes y no dejas de sonreír. Inflas el pecho. Te llenas de orgullo, amor y recuerdos familiares, y a todo pulmón exclamas: “¡tráiganme un juane para celebrar!”.

Y esta vez sí diste en el clavo porque ahí viene el potaje indígena y mestizo de pobres y ricos. Llega cubierto por la hoja del bijao que le da ese toque especial y típico con sabor a selva, acompañado por el infaltable plátano, la salsa de ají charapita con cocona y, para que no te quejes, tú refresco de cocona. Buen provecho, aunque no lo hagas a orillas de un río como refiere la costumbre.

Atentamente: La identidad cultural que vive en tu corazón.
 
  ¿SABÍAS QUÉ?
 
El "shunto" es una fogata preparada con grama seca, paja o leñas que es utilizada para saltar y jugar en la noche del 23.
El juane es un potaje indígena (por el uso de la hoja de bijao) y mestizo (por las aceitunas, huevos, etc).

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  ¿SABES DÓNDE PUEDES ENCONTRAR COMIDA SELVÁTICA EN CAÑETE?
 
Restaurante "Treysi"
(Al costado de la Loza "Beto Di Laura")
Restaurante "D'Gustar"
Urb. Tercer Mundo Mz. D1 Lt. 13
(Frente al Colegio Sepúlveda Común)

miércoles, 4 de junio de 2014

CONTRA AMARGURAS Y PENAS

 
 
 
TEXTO E ILUSTRACIÓN: LUIS PÉREZ MANRIQUE
 
 
La tristeza la sepulta en el olvido. En su rostro pinta una sonrisa de oreja a oreja. Aunque no lo puedas creer, sigue ahí, viva. No hay nadie quien se la pueda borrar. Ni el más o menos ignorante que cree que seguir en la nefasta Época de la Colonia. Mucho menos las autoridades que solo se acuerdan de él en ciertas fechas y hacen caso omiso a sus necesidades y angustias. Sí, contra amarguras y penas, él sabe cómo romper las cadenas y sonreírle a la vida. Sabe que ser afroperuano es ir más allá del co-
lor de piel. Más allá de un festejo, una sopa seca, unos picarones o un par de tutumas. ¿Y sabes cuál es la razón? Pues él sí sabe su verdadera historia. No la que le enseñaron en la escuela, sino la que escribieron sus ancestros en su corazón.
 
¡FELIZ DÍA DE LA CULTURA
AFROPERUANA!
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