lunes, 21 de octubre de 2013

ALLÍ ESTÁ LA VIRGEN DEL DESIERTO, EN MEDIO DE LA FE Y LA DEVOCIÓN


Apareció en medio del desierto y optó por quedarse en el. Después de más de tres siglos de recordar su aparición, la fe y la devoción hacia la Virgen del Rosario (Yauca, Ica) van más allá de soportar un inclemente sol o una fría noche antes o durante el primer domingo de octubre, fecha central de su celebración.

Estudiante de Ciencias de la Comunicación
Universidad Nacional “San Luis Gonzaga” de Ica

UNO: Para llegar a Yauca, y por obvias razones aliviar algunas heridas del alma, se debe tener fe y devoción. Fe y devoción transformado en un caminar que, sin miedo alguno, el devoto debe continuar sobre aquel desierto que es escenario del peregrinaje de una extensa hilera de personas que deben acelerar el paso, escuchar el ritmo de las tarolas, rezar, correr y hasta incluso brindar con pisco en nombre de la Virgen. El inclemente sol o la fría noche que carcome hasta los huesos, poco o nada interesa, todo sacrificio es por ella, por la Virgen del Rosario que apareció en 1701 en Yauca (Ica). Allá donde decidió que edificaran su Santuario para que cada primer domingo de octubre, día central de su festividad, la visiten, le pidan un milagrito o agradezcan alguna gracia concedida.


DOS: Al Santuario han llegado las Vírgenes Altareras provenientes de distintos sectores de Ica. Ellas son cuatro: la Virgen del Carmen (Barrio de Yajasi, Pueblo Nuevo), la Virgen Dolorosa (Los Aquijes), la Virgen del Rosario (Pachacútec) y la Virgen del Rosario (Caserío de Tallamana). Ellas quieren saludar a la pequeña imagen de la Virgen de Yauca, quien ha descendido de su altar mayor para ser colocada en su anda y poder salir del Santuario a espera del inicio de la Solemne Santa Misa.

Aquí, frente al Santuario una multitud de personas se han congregado para ser partícipe del Acto Litúrgico. A cada segundo que pasa, la temperatura se eleva más y más, pero aun así, nadie se mueve del lugar. Total, así es la fe, así es la devoción. Aquí, la Virgen de Yauca ha empezado a recorrer su pequeño pueblo en medio de una multitud de personas que lloran, que se alborotan por estar cada vez más cerca de ella, elevando cuadros con su imagen a espera de ser vencidos por su infinita bondad y gracia divina. Aquí, llegada la noche del domingo, la fiesta concluye por este año. Pues, la Virgen del Rosario retorna a su altar mayor, sus devotos inician el recorrido de retorno y las Vírgenes Altareras esperaran la luz del nuevo día para regresar a sus lugares de procedencia. Total, así es la fe, así es la devoción.


martes, 8 de octubre de 2013

ME QUEDÉ CONTIGO, EFIGENIA, MI NEGRA SANTA

Estudiante de Ciencias de la Comunicación
Universidad Nacional “San Luis Gonzaga” de Ica

Hace unos años te conocí y, por cosas de la vida, me quedé contigo, con Sabino Cañas y con tus hijos afroperuanos. Hijos que hoy te cantan, te bailan y, bajo tus pies, te piden un milagro. Un milagro como el que le otorgaste a la señora Carmen, tu florera, quien con sus manos morenas te dejó preciosa en medio de un jardín de flores, entre blancas y amarillas. Un milagro como el que espera Doña María Herrera, una devota tuya quien llegó desde El Carmen (Chincha) en busca de inclinarse ante ti, y pedirte, desde el fondo de su corazón, que intercedas ante Dios para que su hijo enfermo recupere su salud. Un milagro como lo es también la realización de tu fiesta, emotiva y alborotada. Sí Efigenia, ya nos hemos dado cuenta que te gusta el alboroto, el escándalo. En fin. Es tu fiesta negra preciosa, y contra vientos y mareas, con o sin “Curruñao”, se realizó un año más.

ELLAS. La Señora Carmen desde muy temprano empezó a trabajar para dejar preciosa a Efigenia.
PRECIOSA. El resultado del trabajo de Doña Carmen fue más que satisfactorio.
ALEGRE. Su imagen trasmite amor y fe.
La misa concluyó y el momento de hacerte “el cambio de vestimenta” había llegado. Una vestimenta que con devoción, fe y amor, Luis Manrique y Juana Stop, mis abuelos, hemos deseado verte utilizar  en compañía de tus nuevos aretes, al salir en procesión y bailar un festejo; porque así fue la promesa: que en tu fiesta central estés hermosa y salerosa con tu nuevo traje y en medio del jardín de flores. Una vestimenta que tuvo como padrinos a Mamainé e Ysmael Tasayco, quienes aceptaron ser parte del acto y cumplir un solo objetivo: tener en mente tu historia, tu costumbre, tu tradición, en un mancha pecho, en algún reportaje, o compartirla con la familia, o con los amigos.

En junio, después de la dicha que me concediste, llegué a La Quebrada con un ramo de flores, y fue allí donde Patricia, tu máxima guardiana, me dijo: “Lucho este año tendrás el honor de vestir a Efigenia”. Desde aquel momento, sin ser exagerado, vivo emocionado. Tan emocionado como me encontré al retirarte tu antigua vestimenta y aretes. Tuve miedo que rechazaras la ofrenda, pero la aceptaste con tanto cariño que tu sonrisa era muy evidente. Eso me tranquilizó y me llenó de alegría. Aunque después del cambio de vestimenta me hayas hecho sudar y tener un fuerte dolor de espalda, sé por qué hiciste. Ojalá algunos de mis pecados se hayan eliminado.

Tenerte a escasos centímetros y poder hablarte, fue todo un privilegio. Un privilegio fue obsérvate fijamente a tus ojos color café, y encontrar en ellas reflejadas las penas y alegrías de tu pueblo. Un privilegio fue hablarte y agradecerte por darme la oportunidad de ser parte de tu Asociación por el Arte y la Cultura Negra en el Perú. Y un privilegio, es tenerte siempre a mi lado acompañándome a relatar a colores la vida de los afroperuanos, porque no siendo de piel negra tengo el alma de negro. Y con ello, seguiré contando tu historia por costa, sierra y selva.

Lo que consigo, éxitos y glorías, siempre serán para mi familia y para ti Efigenia, mi negra santa.
PARA TI. Una ofrenda para Efigenia con que paseó y disfrutó su festejo.