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Mientras avanza
la tarde del jueves santo y se agotan los
picarones, dorados y suavecitos, en el
pueblo de La Quebrada (San Luis de Cañete),
mujeres y hombres portan un hábito guinda y
se combinan entre la multitud de fieles que,
en el exterior del templo, participan de la
santa misa. Todos siguen al pie de la letra
las indicaciones del sacerdote quien,
minutos más tarde, concluye la ceremonia y
se acerca al Señor de la Agonía que observa
profundamente a quienes están reunidos
frente a él, bajo un manto de fe y devoción.
“El Cristo llegó en el siglo XVII, acompañado del Señor de Luren y el Señor de los Temblores de Cusco”, recuerda Javier Oliveros Magallanes, Mayordomo General de la Hermandad del Señor de la Agonía de La Quebrada (fundada el 27 de noviembre de 1947), observando al ‘Cristo de Olivo’. Sí, Javier también revela que
“el Señor de la Agonía fue tallado de un solo árbol de olivo”. Según lo expuesto y, sobre todo,
“por ser una reliquia, el Instituto Nacional de Cultura, en el 2001, lo declaró como Patrimonio Cultural de la Nación”, explica el fiel devoto que, pasada las seis de la tarde, recibe el anuncio que debe dar inicio al recorrido procesional. Se acerca al anda, se persigna y, con martillo en mano, realiza los dos tradicionales golpes de campanilla.
Aparece en escena la banda de músicos que
interpretan la marcha procesional “padre mío
que estás en los cielos”, y ahí va el Señor
de la Agonía, imponente y rítmicamente hacia
el pueblo. |
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