Estudiante de Ciencias de la Comunicación
Universidad Nacional “San Luis Gonzaga” de Ica
Hace
unos años te conocí y, por cosas de la vida, me quedé contigo, con Sabino Cañas
y con tus hijos afroperuanos. Hijos que hoy te cantan, te bailan y, bajo tus
pies, te piden un milagro. Un milagro como el que le otorgaste a la señora
Carmen, tu florera, quien con sus manos morenas te dejó
preciosa en medio de un jardín de flores, entre blancas y amarillas. Un milagro
como el que espera Doña María Herrera, una devota tuya quien llegó desde El
Carmen (Chincha) en busca de inclinarse ante ti, y pedirte, desde el fondo de
su corazón, que intercedas ante Dios para que su hijo enfermo recupere su
salud. Un milagro como lo es también la realización de tu fiesta, emotiva y
alborotada. Sí Efigenia, ya nos hemos dado cuenta que te gusta el alboroto, el
escándalo. En fin. Es tu fiesta negra preciosa, y contra vientos y mareas, con
o sin “Curruñao”, se realizó un año más.
ELLAS. La Señora Carmen desde muy temprano empezó a trabajar para dejar preciosa a Efigenia. |
PRECIOSA. El resultado del trabajo de Doña Carmen fue más que satisfactorio. |
ALEGRE. Su imagen trasmite amor y fe. |
En
junio, después de la dicha que me concediste, llegué a La Quebrada con un ramo
de flores, y fue allí donde Patricia, tu máxima guardiana, me dijo: “Lucho este
año tendrás el honor de vestir a Efigenia”. Desde aquel momento, sin ser
exagerado, vivo emocionado. Tan emocionado como me encontré al retirarte tu
antigua vestimenta y aretes. Tuve miedo que rechazaras la ofrenda, pero la
aceptaste con tanto cariño que tu sonrisa era muy evidente. Eso me tranquilizó
y me llenó de alegría. Aunque después del cambio de vestimenta me hayas hecho
sudar y tener un fuerte dolor de espalda, sé por qué hiciste. Ojalá algunos de
mis pecados se hayan eliminado.
Tenerte
a escasos centímetros y poder hablarte, fue todo un privilegio. Un privilegio
fue obsérvate fijamente a tus ojos color café, y encontrar en ellas reflejadas
las penas y alegrías de tu pueblo. Un privilegio fue hablarte y agradecerte por
darme la oportunidad de ser parte de tu Asociación por el Arte y la Cultura
Negra en el Perú. Y un privilegio, es tenerte siempre a mi lado acompañándome a
relatar a colores la vida de los afroperuanos, porque no siendo de piel negra
tengo el alma de negro. Y con ello, seguiré contando tu historia por costa,
sierra y selva.
Lo
que consigo, éxitos y glorías, siempre serán para mi familia y para ti
Efigenia, mi negra santa.
PARA TI. Una ofrenda para Efigenia con que paseó y disfrutó su festejo. |
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