ESCRIBE: Luis Pérez Manrique @Lperezmanrique
Estudiante de Ciencias de la Comunicación
Universidad Nacional “San Luis Gonzaga” de Ica
Se oye el hechicero sonido del cajón. El pueblo viejo, emblemático e
histórico, que cobijó al afrodescendiente, al chino, al japonés y al andino,
abre sus puertas. Extiende sus manos y nos regala, como desde hace más de 143
años, arte y cultura entremezcladas con el talento y la creatividad de sus
hijos.
San Luis (Cañete, Lima) es, desde hoy y siempre, “Cuna del Folclore
Afroperuano”. Pues en este suelo, de infinitos saberes, nacieron los primeros
exponentes del arte negro. Del arte que corrió por las venas de don Caitro Soto
y lo motivó, según cuenta Percy Castañeda, a crear la canción: “Negrito nací,
el festejo lo bailo muy bien, porque soy de San Luis (de San Luis), Cañete eso
sí…”, inspirado en Domingo Aguilar, abuelo del también sanluisino Manuel
Donayre, “El Diamante Negro de la Canción Criolla”.
Aquí, conocer la Casa de la Colonia China, los cementerios (chino y japonés)
y sus ex haciendas (La Quebrada y Santa Bárbara) es todo un privilegio, una
experiencia para aprender y admirar. Pues recorrer por este semillero del folklore
afroperuano significa transportarse al pasado, vivir el presente y a golpe de
cajón, pensar en el futuro que su gente quiere. En aquel sueño de continuar, a
través de su esencia cultural, la magia de su arte, la magia de sus costumbres
y tradiciones. Y es que aquí, sí saben de ritmo negro. Ese ritmo elegante y
señorial que hoy todos, afroperuanos y no afroperuanos, nos sentimos tan enamorados.
San Luis, ha cumplido 143 años de Creación Política. Por su aniversario
su gente toda la semana estalla de color y emoción, por ese orgullo que llevan
dentro. Ese orgullo con el que cada calle, cada Centro Poblado, ha salido a
saludar a su pueblo a través de la tradicional Diana, y como no, a participar
en el también tradicional Corso y Pasacalle desbordando toda esas energías
acumuladas desde hace un año.
La Calle Comercio, por ejemplo, se ha hecho presente en ambas
manifestaciones. Pues para ellos, la fiesta es sinónimo de vida, de unión con
los vecinos. La reconciliación con el hermano alejado por algún problema más
allá de ganar algún premio o recibir algo a cambio. Ellos, alegres y de
lenguaje acriollado, saben lo que es recibir al de afuera, al que llega a
conocerlos para relatar a colores sus expresiones. Saben pararse frente a la
cámara y, con total naturalidad, sonreírle a la vida como lo han hecho los
integrantes de la Familia Mora Lara, a quienes hemos encontrado en pleno
ajetreos decorando, poco a poco, el carro alegórico que representaría a su
cuadra. A esa cuadra donde, guiado por Jesús Calagua, conocimos personas
maravillosas como Medalid, Gianinna, Tania, Cynthia, Guadalupe, Fernando y doña
María Teresa.
SAZÓN SANLUISINA
A
doña María Teresa Ramos, ágil y carismática, continuar preparando anticuchos
-con la misma pasión de su madre- representa seguir aquel saber con mucha
higiene, con mucho respeto. Ella, de buena sazón –como está condimentado su
corazón–, es dueña de la Anticuchería “Yrvin, sabor peruano”, ubicado en la
Calle Comercio 534. Su huarique es recomendable. Por algo sus más concurridos
comensales dicen: “Los anticuchos de María Teresa, quien los prueba, no los
deja”.
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