martes, 14 de enero de 2014

PORQUE SOY DE SAN LUIS


Estudiante de Ciencias de la Comunicación
Universidad Nacional “San Luis Gonzaga” de Ica

Se oye el hechicero sonido del cajón. El pueblo viejo, emblemático e histórico, que cobijó al afrodescendiente, al chino, al japonés y al andino, abre sus puertas. Extiende sus manos y nos regala, como desde hace más de 143 años, arte y cultura entremezcladas con el talento y la creatividad de sus hijos.

San Luis (Cañete, Lima) es, desde hoy y siempre, “Cuna del Folclore Afroperuano”. Pues en este suelo, de infinitos saberes, nacieron los primeros exponentes del arte negro. Del arte que corrió por las venas de don Caitro Soto y lo motivó, según cuenta Percy Castañeda, a crear la canción: “Negrito nací, el festejo lo bailo muy bien, porque soy de San Luis (de San Luis), Cañete eso sí…”, inspirado en Domingo Aguilar, abuelo del también sanluisino Manuel Donayre, “El Diamante Negro de la Canción Criolla”.

Aquí, conocer la Casa de la Colonia China, los cementerios (chino y japonés) y sus ex haciendas (La Quebrada y Santa Bárbara) es todo un privilegio, una experiencia para aprender y admirar. Pues recorrer por este semillero del folklore afroperuano significa transportarse al pasado, vivir el presente y a golpe de cajón, pensar en el futuro que su gente quiere. En aquel sueño de continuar, a través de su esencia cultural, la magia de su arte, la magia de sus costumbres y tradiciones. Y es que aquí, sí saben de ritmo negro. Ese ritmo elegante y señorial que hoy todos, afroperuanos y no afroperuanos, nos sentimos tan enamorados.

San Luis, ha cumplido 143 años de Creación Política. Por su aniversario su gente toda la semana estalla de color y emoción, por ese orgullo que llevan dentro. Ese orgullo con el que cada calle, cada Centro Poblado, ha salido a saludar a su pueblo a través de la tradicional Diana, y como no, a participar en el también tradicional Corso y Pasacalle desbordando toda esas energías acumuladas desde hace un año.

La Calle Comercio, por ejemplo, se ha hecho presente en ambas manifestaciones. Pues para ellos, la fiesta es sinónimo de vida, de unión con los vecinos. La reconciliación con el hermano alejado por algún problema más allá de ganar algún premio o recibir algo a cambio. Ellos, alegres y de lenguaje acriollado, saben lo que es recibir al de afuera, al que llega a conocerlos para relatar a colores sus expresiones. Saben pararse frente a la cámara y, con total naturalidad, sonreírle a la vida como lo han hecho los integrantes de la Familia Mora Lara, a quienes hemos encontrado en pleno ajetreos decorando, poco a poco, el carro alegórico que representaría a su cuadra. A esa cuadra donde, guiado por Jesús Calagua, conocimos personas maravillosas como Medalid, Gianinna, Tania, Cynthia, Guadalupe, Fernando y doña María Teresa.

SAZÓN SANLUISINA
A doña María Teresa Ramos, ágil y carismática, continuar preparando anticuchos -con la misma pasión de su madre- representa seguir aquel saber con mucha higiene, con mucho respeto. Ella, de buena sazón –como está condimentado su corazón–, es dueña de la Anticuchería “Yrvin, sabor peruano”, ubicado en la Calle Comercio 534. Su huarique es recomendable. Por algo sus más concurridos comensales dicen: “Los anticuchos de María Teresa, quien los prueba, no los deja”.

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