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Música sobre ruedas, a full volumen, como me
gusta. La minivan, a golpe de bombos y
platillos, corre, avanza lenta y vuelve a
correr por el zigzagueante camino. Si pues,
atrás quedaron las canciones de los realitys
juveniles, atrás quedó “Candy”. En este
proceso, y sin exceso, se viaja, gracias al
disjockey, perdón, al conductor, a ritmo de
la emblemática Orquesta “La Bosh”. Oír su
música, entre clarinetes y redoblantes, me
transportan a Yauyos, exactamente a su
Carnaval donde hace unos años zapateé hasta
más no poder.
Y es que estoy de vuelta por sus tierras.
Aunque esta vez, no iré al mismo Yauyos.
Mucho menos al concurrido Huancaya o más
allá. Mi paradero será Catahuasi (km 80), el
punto de partida que me conectará con el
pueblo milenario con idioma propio
que tanto comentan:
Tupe.
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