martes, 10 de diciembre de 2013

EL ENCUENTRO JARANERO DE DOS SANTOS NEGROS


Emotivo y jaranero. Así fue el encuentro de Santa Efigenia, Protectora del Arte Negro Nacional, con el Señor de los Milagros, el agasajado a lo grande que cumplía su quinto y último recorrido procesional del año en San Vicente de Cañete, en la región Lima.

ESCRIBE E ILUSTRACIÓN: Luis Pérez Manrique @Lperezmanrique
Estudiante de Ciencias de la Comunicación
Universidad Nacional “San Luis Gonzaga” de Ica

Ojos cautivadores, nariz perfecta y piel color café. Así es Santa Efigenia, como lo que es, toda una princesa y mártir de Etíopia (África), quien no estando de fiesta; risueña descendió de su altar; vistió su mejor traje, oro viejo con hilos plateados; salió salerosa de su templo y atravesó los benditos campos de La Quebrada con destino al frontis de mi hogar, en la tercera cuadra de la avenida 28 de julio de San Vicente (Cañete, Lima), porque allí, con los ánimos bien puestos y a la vista de todos, esperaría el momento indicado para saludar al Señor de los Milagros como lo sabe hacer: Al ritmo de un festejo.

Y llegada la noche se armó el jaranón. “Santa Efigenia va en busca del Señor de los Milagros”, mencionó Arturito Jr. (célebre cantante cañetano) antes de iniciar su canto/lamento:“pobre negrita, que triste está, porque su amo la va azotar; pobre negrita, que triste está, trabaja mucho y no gana na’ (…)”, mientras el estallido de las bombardas anunciaban el cercano encuentro de Santa Efigenia, Protectora del Arte Negro Nacional, con el Señor de los Milagros, el dueño de la fiesta, el agasajado a lo grande que cumplía su quinto y último recorrido procesional del año.

Entonces, Santa Efigenia, la ilustre visitante, respetuosa y elegante se hincó frente al Señor de los Milagros al tiempo que él hacía lo mismo. Sonó el Jipi Jipi Jay. Efigenia bailó un festejo. Se fue de derecha a izquierda, de norte a sur, de este a oeste. Avanzó, retrocedió y avanzó. Pues ese fue su homenaje: bailar el arte el cual protege y motiva a cultivar.

En el encuentro, los caballeros de la Cuadrilla 7 de la Hermandad del Señor de los Milagros apretaron con mucha más fuerza las soguillas de sus hábitos; las damas lanzaron plegarias; y, sin dejarlos de lado, los causantes de este hecho histórico: la familia Manrique Stop y la Asociación por el Arte y la Cultura Negra en el Perú “Santa Efigenia”, se emocionaron y aplaudieron.

De la misma manera, emoción y aplausos para despedir al dueño de la fiesta y a Santa Efigenia, quien después de la jornada, retornó a La Quebrada algo cansada pero satisfecha por la jarana negra. Volvió a vestir su traje rosado con hilos dorados y está allí, en su altar, Guapa como siempre, a espera de ser visitada durante todo el año, especialmente el 21 de setiembre.

Ojalá esto se vuelva a repetir todos los años, y así, se pueda convertir en una tradición.
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