dueñas puedan ver su belleza en sí. Pues las azucenas, describen las Pallas, vienen a ser como el buqué de la novia que entre más coloridas sean; mucho más hermosas serán. Pero, como todo tiene su final, la belleza de estás flores sólo durará hasta la Bajada de Reyes (6 de enero) que, por tradición, se tendrán que quemar con otros adornos navideños para borrar las huellas del nacimiento de Jesús, y según narra el pasaje bíblico Herodes no lo pueda encontrar.
A vísperas del 27 de diciembre (día en que se recuerda la aparición de la Virgen del Carmen en el pueblo), en el interior del templo, a los pies su patrona, las Pallas forman dos filas. En una de ellas, encabezando, por el tamaño y la experiencia, está Lucy. Al compás de la guitarra, danzan. Zapatean suave, de un lado al otro, reproduciendo complejos patrones rítmicos de procedencia africana, refiere la musicóloga Chalena Vásquez, que de acuerdo a la melodía de la guitarra dará el ritmo rápido o lento del zapateo. Cantan: “Una serrana vieja mamita, me quiso pegar. Con un chicote viejo mamita, dentro de su corral…”, mientras que luego de unos cuantos minutos, las guiadoras –o cabezas de filas–, dan vuelta en U y avanzan. Todas deben seguirla sin perder la coordinación. Al llegar a cierto tramo, las guiadoras elevan el pañuelo y giran por la izquierda. Así, una a una repite la elevación del pañuelo y el giro. Vuelven a su lugar. Continúan danzando, cantando y danzando. Se inclinan ante la Señora del Carmen y, con lágrimas en los ojos, se retiran. Todos nos deslumbramos. El espíritu de la mujer afro-andina nos habló una vez más.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario