La tristeza la sepulta en el
olvido. En su rostro pinta una
sonrisa de oreja a oreja.
Aunque no lo puedas creer,
sigue ahí, viva. No hay
nadie quien se la pueda borrar.
Ni el más o menos ignorante
que cree que seguir en la
nefasta Época de la Colonia.
Mucho menos las autoridades
que solo se acuerdan de él
en ciertas fechas y hacen
caso omiso a sus necesidades
y angustias. Sí, contra
amarguras y penas, él sabe
cómo romper las cadenas y
sonreírle a la vida. Sabe
que ser
afroperuano es ir
más allá del co-
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lor de piel. Más
allá de un festejo,
una sopa seca, unos
picarones o un par
de tutumas. ¿Y sabes
cuál es la razón?
Pues él sí sabe su
verdadera historia.
No la que le
enseñaron en la
escuela, sino la que
escribieron sus
ancestros en su
corazón.
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